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Un estacionamiento subterráneo recién construido empieza a tener goteras en cuestión de meses. El hormigón se agrieta, el agua se filtra y el propietario se enfrenta a reparaciones por valor de 500.000 dólares, además de demandas de los inquilinos. O peor aún, los cimientos de un puente se erosionan silenciosamente, con el riesgo de una falla catastrófica.
Las lechadas tradicionales (como el cemento o la epoxi) a menudo fallan porque:
Se agrietan con el movimiento (el hormigón se mueve, pero las lechadas rígidas no).
El curado lento significa días de inactividad.
La resistencia química débil conduce a la degradación en entornos hostiles.
Lechada de poliurea – Más rápido, más fuerte, más inteligente
La poliurea no es una lechada cualquiera: es una innovación para ingenieros y contratistas. Aquí te explicamos por qué:
✅ Se establece en segundos, no en horas
A diferencia del epoxi (que tarda más de 4 horas en curar), la poliurea se endurece en 20 a 90 segundos.
Perfecto para reparaciones de emergencia donde cada minuto de inactividad cuesta miles.
✅ Se flexiona como el caucho, se adhiere como el acero
Un alargamiento del 300% significa que se mueve con las estructuras (sin agrietarse).
Se adhiere al hormigón húmedo, al metal e incluso al PVC.
✅ Sobrevive a condiciones extremas
Resiste agua salada, aguas residuales, aceites y ácidos: ideal para plantas de aguas residuales, estructuras marinas y pisos industriales.
Un rescate en un túnel de Chicago
Un importante túnel del metro perdía 19.000 litros de agua al día, lo que ponía en peligro los sistemas eléctricos. En lugar de un cierre de meses, las cuadrillas inyectaron lechada de poliurea en las grietas mientras los trenes seguían funcionando. ¿Resultado? Cero fugas, cero retrasos.
“La poliurea no es solo una reparación: es una forma de proteger la infraestructura del futuro”.
— James Carter, ingeniero civil
Si su proyecto no puede permitirse fallos, la lechada de poliurea es la respuesta.